Aspectos generales
La polilla del boj (Cydalima perspectalis) pertenece a la familia Crambidae. y es originaria de las regiones de clima templado y subtropical de Asia oriental. La polilla del boj (Cydalima perspectalis) es una especie polífaga que se alimenta, sobre todo, de las hojas de los arbustos de boj (Buxus spp.). El deshojado grave puede provocar la muerte del arbusto. Debido a que el boj se comercializa ampliamente en Europa, la polilla del boj (Cydalima perspectalis) representa una amenaza seria.
Ciclo de vida y aspecto de la polilla del boj
La hembra de la polilla del boj (Cydalima perspectalis) deposita grupos de 5 a 20 huevos sobre las hojas de los bojes, en una masa gelatinosa y transparente. Las larvas de color verde claro tienen rayas negras con pelos y puntos blancos y una cabeza negra. Dependiendo de las condiciones ambientales, como horas de luz al día, temperatura y tipo de alimento, las larvas pasan por cinco a siete estadios.
Las pupas se ocultan entre las hojas y son difíciles de detectar. Son verdes, con rayas longitudinales marrones al inicio de la pupación y hacia el final se vuelven de color marrón claro con un patrón oscuro.
Existen dos variantes del adulto. La más común suele ser de color blanco iridiscente con una franja marrón oscuro en el margen externo y una característica mancha blanca en el ala anterior, mientras que la otra suele ser de color marrón claro con una mancha blanca en las alas anteriores. Las polillas adultas son buenos voladores. Durante el día, descansan en el boj o en las plantas adyacentes. La polilla del boj (Cydalima perspectalis) entran en una fase de diapausa obligada de seis u ocho semanas. Dependiendo de las horas de luz al día pueden entrar en diapausa en el cuarto o quinto estadio.
Síntomas y daños
Las larvas de la polilla del boj (Cydalima perspectalis) se alimentan de las hojas de los arbustos de boj, pero también pueden atacar sus cortezas, provocando su deshidratación y muerte. En los bojes, los daños suelen empezar en las partes inferiores de la planta, donde están las hojas más maduras y las que contienen las mayores concentraciones de compuestos tóxicos. Los síntomas habituales son los daños por alimentación en los bordes de las hojas, dejando a veces solo sus esqueletos. Otros síntomas son los residuos de excrementos y mudas que quedan entre las ramas, como las cápsulas cefálicas negras de distinto tamaño.